El caso La Cantuta ya
había sido tema de mi primera individual, “Pinturas y Objetos” (1993). Este caso
fué uno de los primeros conocidos de asesinato selectivo en la ciudad ejecutado
por fuerzas del estado, antes éstos ocurrían principalmente en ámbitos rurales,
por esta razón llamó la atención de los citadinos, acostumbrados a que ésto
ocurría a los habitantes de los Andes, quienes tradicionalmente son vistos
desde Lima de una manera distanciada. Se hablaba de una “chilenización” de la
represión por la irrupción de escuadrones de la muerte operando en la ciudad.
El caso La Cantuta se
caracterizó además por ser copioso en elementos visuales que aparecieron
sucesivamente en los medios de información durante varios años, algunos incluso
se convirtieron en íconos. El primero de ellos, el fragmento de carne humana
carbonizada que llegó en un sobre anónimo a la Revista Sí, junto a un mapa
esbozado a mano indicando la ubicación de la fosa. Luego, el llavero hallado en
la fosa.
Ambas imágenes las
usé en “Pinturas y Objetos”, iniciándose así una relación con el caso La Cantuta la cual se prolongaría durante
4 años consecutivos.